La ganadería 4.0 despega en España para ganar en eficiencia y sostenibilidad


Madrid - 2018-04-24 11:59:50
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Una cerda con un chip en su oreja se acerca varios días seguidos al cerdo macho en su establo: allí, una antena la identifica y envía este informe al ganadero, que deduce el celo de la hembra y decide aumentar deliberadamente su fertilidad para que la fecundación sea un éxito: es la ganadería 4.0

Este uso de la tecnología para recopilar información y, en base a ella, decidir acciones que mejoren la rentabilidad al ganadero, la sostenibilidad ambiental o el bienestar y la sanidad animal son las bases de esa nueva fase innovadora -la 4.0- que en el caso de la ganadería todavía está poco desarrollada en comparación con la agricultura o la industria.

El Instituto público de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Cataluña (IRTA) es uno de los que más apuesta actualmente en España por la 4.0 en la ganadería con casos como el descrito anteriormente, según relata a Efeagro su director de Recursos y Acción Estratégica, Agustí Fonts.

En ese ejemplo real, se consiguen minimizar los fallos de fecundación de la cerda con lo que ello supone, por ejemplo, en ahorro de costes de adquisición de semen de calidad.

Alguna curiosidad más es que a la cerda se le suministran en su alimentación hormonas de sincronización para saber qué día alcanza su pico de fertilidad: ese día, cuando acabe de comer, se abrirá una compuerta distinta a la habitual que no le devolverá a su corral sino a otro donde se encuentra el macho o a un lugar donde será inseminada artificialmente.

En el vacuno se está usando la tecnología 4.0 para la reducción del uso de antibióticos en la lucha contra las famosas resistencias antimicrobianas.

Se está por ejemplo prestando atención, según Fonts, al vacuno que llega a una nueva explotación porque, tradicionalmente, se les suministraba a todos antibióticos "por precaución" ante alguna posible infección bacteriana.

Ahora, la idea es usar tecnología para analizar los primeros movimientos del animal al llegar al destino así como un análisis de imágenes térmicas que permite saber la temperatura del ganado: ambos datos dan información relevante sobre qué animal puede estar sufriendo alguna enfermedad para sólo administrarle medicación a él.

Desde la empresa tecnológica Bynse, su director general, Gonzalo Martín, informa de que están trabajando en una granja de ovino de Olmeda de las Fuentes (Madrid) para instalar medidores de las condiciones ambientales internas y externas de la nave y su correlación con la productividad y el rendimiento de los animales.

En ese estudio, el objetivo es que la tecnología aporte datos suficientes para la posterior toma de decisiones sobre aislamientos y confort en la granja, según detalla.

Es decir, el objetivo dentro de la 4.0 es monitorizar todas esas variables ambientales para conseguir un volumen de información que les permite saber con precisión qué condiciones de temperatura o humedad son las que más influyen en un mayor o menor rendimiento en las distintas etapas productivas de un animal.

En Galicia, el Centro Tecnológico de Telecomunicaciones (Gradiant) -de índole público/privada- también está inmerso en proyectos de ganadería inteligente, según señala su director general, Luis Pérez, quien incide en el proyecto "Cattle Care".

En líneas generales, consistirá en el desarrollo de dispositivos para monitorizar el movimiento y el comportamiento de los animales en su entorno, lo que aportará información valiosa sobre asuntos de bienestar animal o enfermedades.

Asegura que esta tendencia hacia la ganadería 4.0 es "global" aunque para cada especie se requerirán desarrollos tecnológicos diferentes.

En el impulso de este desarrollo tecnológico es fundamental la ayuda de administraciones como la Unión Europea (UE), que tiene líneas de subvenciones a la industria 4.0 dentro de fondos destinados al desarrollo rural en el marco 2014-2020.

La ganadería española se asoma así a la tecnología 4.0 y el reto, según apuntan los investigadores, es ser capaces de que todos estos avances no sólo lleguen a las grandes granjas, sino también a los pequeños productores.

 

Juan Javier Ríos