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La tecnología dron "tiene muy buen encaje en agricultura, porque desde el aire se puede lograr información estratégica para la gestión de cultivos", según el fundador de la empresa de drones civiles Catuav, Jordi Santacana, quien, no obstante, advierte de que "no es la panacea".

El experto, cuya empresa fundada en 2000 es una de las de mayor trayectoria de Europa, explica que en el pasado se crearon muchas firmas que buscaban el beneficio inmediato con esta tecnología y difundían la idea de que con el dron, en agricultura, "se podía detectar cualquier cosa de forma rápida y sencilla; y no es así".

Santacana, también director del BCN Drone Center, uno de los diez únicos centros de pruebas de drones a nivel mundial -en España hay otro en Villacarrillo (Jaén)- lamenta que, por ejemplo, se hablara de que, gracias a los drones, era posible detectar plagas, y "ese concepto se vendió, cuando científicamente no es así".

"El uso de drones en agricultura es un sistema complementario", porque aporta más información, "pero no aporta toda. Sigue siendo necesario el trabajo de campo que es insustituible", afirma.

Por eso, Santacana, con casi 20 años de experiencia en el ámbito de los VANT (vehículo aéreo no tripulado) o UAV (del inglés, "unmanned aerial vehicle"), incide en que el sector de los drones "tiene que ser capaz de transmitir un mensaje sólido y científico, para que el agricultor sepa si le conviene invertir en esta tecnología".

El sector, tras el "boom" de hace unos seis años, cuando se crearon muchas firmas con una vida muy corta, "está llegando a la madurez e iniciando una etapa de más normalidad", señala.

De hecho, en lo que se refiere a la agricultura de precisión, para la que los drones "tienen muchas aplicaciones", su potencial "está empezando ahora".

En este sentido, explica que las aplicaciones a las que se podrá sacar más partido son las relacionadas con el uso de agua, fertilizantes y fitosanitarios para una aplicación precisa y en las dosis adecuadas, lo que redunda en un ahorro de costes, "optimizar" el uso de insumos para los cultivos.

"Estamos ante una revolución tecnológica que empieza con el dron, pero hay que seguir, hay que cerrar el ciclo" para poder sacar el máximo rendimiento a esa información en la explotación.

"A veces, se logra mucha información interesante, pero difícil de explotar", si no se dispone de la tecnología adecuada para que las recomendaciones se lleven correctamente a la práctica, insiste.

Y recalca la necesidad de invertir en los equipos y la maquinaria necesarios para que el agricultor pueda aplicar los insumos "con la precisión necesaria para sacar provecho de esa información".

Hasta la fecha, en España, los cultivos para los que puede resultar lógica el uso de drones son, principalmente, viñedo, frutales o maíz, aquellos "con alto valor añadido", en algunos cultivos de secano "no está justificado su uso, porque el margen de optimización no permite compensar los sobrecostes".

Respecto a su uso para las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), Santacana asegura que puede ser una herramienta de "mucho interés", ya que "la inspección con drones de las parcelas puede suponer un ahorro de tiempo y costes para las administraciones.

En ocasiones, los inspectores tienen dificultades orográficas para acceder a algunas parcelas y poder comprobar "in situ" que el cultivo declarado para la PAC coincide con el que hay plantado o sembrado, y comprobar si existen o no discrepancias.

Además, aunque la inspección también se apoya en imágenes de satélites, si su visión en la zona de la parcela coincide con cobertura nubosa muchos días, no se obtiene la información necesaria, y se podría complementar con las imágenes captadas con cámaras convencionales por el dron.

Anabel Pascual